Vida y Expresión
  Noche de lluvia en Liniers
 

Noche de lluvia en Liniers

 

            A quien se le ocurre festejar un cumpleaños en una noche como esta, pensaba mientras conducía su Mercedes Viano de regreso a casa  en medio de un diluvio.

            La una de la mañana y en día de semana.  Casi por compromiso, por relaciones de oficina, concurrió a la fiesta. Que aunque fuera un subordinado había que mantener ese espíritu de armonía y camaradería que exigen los más altos (y a veces los más bajos) objetivos de la empresa.

            Miró por el retrovisor y vio que aún, el Ford K de Patricia venía detrás,  en esa minicaravana improvisada de regreso al centro. Puso las balizas a modo de saludo y tomó por Campichuelo. Una cuadra y media después una rueda trasera de la Viano anuncia con melodía monocorde su rotura.  Celular igual a auxilio mecánico, pero suena y suena y nadie atiende,  mientras indica el bajo nivel de carga. Diez o quince minutos despues y  cuando al fin quiso llamar a su marido el celular dijo basta, se acabó la batería.

            Y con esta lluvia, la reputa madre. Divisa por la misma calle y en la esquina, las luces y el pomposo cartel de  Multirubro Cesar. Llegar hasta ahí bastó para que se empape totalmente.

            -Buena noches, me quedé con la van, ¿me presta el teléfono?

 

g   g   g

 

           Cuando cruzó Campichuelo, el K comenzó a fallar, hizo solo poco mas de media cuadra.

            Y con esta lluvia, la reputa madre. Todavía estaba lamentán- dose cuando levantó la vista y vio delante del auto varias figuras humanas, que la poca iluminación no permitía definir.   Una fría sensación le recorrió la columna vertebral. Rodearon el auto y el que estaba más cerca dijo: ¿Te ayudamo mamita?

            La luz reflejaba algunos ángulos en sus rostros, y el agua que se deslizaba por sus caras y melenas, acentuaba sus rasgos tenebrosos en medio de una noche que se le ocurrió al menos, muy inadecuada para este tipo de encuentros. Sin saber porque, contó cuantos eran, seis en total. El miedo comenzó a secarle la garganta. Pero observa bien y  algo le resulta familiar.

           
           Se esfuerza y vuelve a mirar,  y lo reconoce, Sí! Es el motoquero que anda por la oficina varias veces por semana. Baja la ventanilla un poco, y tomando el  aire ozonizado de la lluvia, lo llama por su nombre. 

            ¡Patricia! -  exclama él con un poco de sorpresa- ¿qué te paso?, ah ¿sí? quedate tranqui, todo bien, abrí el capó - lo levanta y él y sus amigos  hurgan el motor -  y  ¡dale arranque a ver!

            Resucita el K. Que no me debes nada, no chabona, vos cuando llego  cagado de calor me alcanzas un vaso de agua o me ves muerto y me decís que me siente mientras espero, me tratas como persona,  no como la ortiva de tu compañera ¿o jefa? Jefa. Si la concheta esa, que nos bardea mal.

            -Gracias. ¿No se enojan si les dejo algo para unas birras? Venga. Les deja unos pesos y sigue su ruta.

g   g   g

 

- No tengo teléfono señora. 

-¿Como que no tiene?

- No, no tengo ¿qué quiere que le haga? Enchufe el suyo si quiere.

            Vuelve a la van en busca del celular y sus pertenencias con la idea de tomar un taxi. Arrecia fuerte la lluvia, decide esperar un rato dentro del vehículo a que aparezca alguno, y quien carajo me mando traer todos estos papeles y hoy no es mi día.

g   g   g

 

            -Que cagada chabón, que conocías a la minita esta, que si no le haciamo la fiestita ahí nomá! – dijo el Checho entre risas mientras se rascaba los testículos

            -Tranqui  ya va a pintar algo.- contestó uno de ellos, mientras doblaban por Campichuelo en busca de cerveza y en dirección al kiosco de Cesar, que a  esa hora siempre está abierto.



 
  Hoy habia 3 visitantes (9 clics a subpáginas) ¡Aqui en esta página!  
 
Este sitio web fue creado de forma gratuita con PaginaWebGratis.es. ¿Quieres también tu sitio web propio?
Registrarse gratis