Vida y Expresión
  El Calafate 2047
 

El Calafate 2047

             El Calafate, junio de 2047, podía leerse en ese ejemplar del periódico Carta Abierta arrastrado por el viento y clavado en la mata de calafate.

              Mañana con sol agradable aunque no nos expongamos. La temperatura debe rondar los 15 grados o tal vez algo más.  Ya no son esos inviernos crudos con nieve y frío que cuentan los viejos. Ni aquellos días, hace tanto ya,  cuando se iba a ver el glaciar y estaba ahí, al alcance de la mano. Cierro los ojos y lo veo como cuando era  niño. Blanco y de viejo azul, deslizándose suave, tronando imponente.  Hoy se lo  puede ver, sí,  pero está muy lejos de la península, quedó reducido a casi nada.  Pero mejor suerte tuvo que otros,  que directamente desparecieron.

          Es un día engañosamente espléndido por la alta radiación ultravioleta de ese maldito agujero de ozono que ni en el invierno se cierra.

          Pero a las cosas por su principio a ver si se entienden aunque no se comprendan. 

          No fue de repente como sin aviso. Un asteroide impactando en Avenida del Libertador o un funcionario público trabajando de más, NO.

          Fue con señales. Con pelos y señales el aviso del desastre. Pero nadie quería escuchar. Los que gobernaban, los gobernados, los anarquistas, los punguistas, las azafatas, los guanacos y las liebres y otros bichos. Todos, miraban para otro lado y cuidaban solo sus pobres quintitas, mal cultivadas y poco fértiles.

          La historia cuenta que una de las últimas posibilidades de evitarlo se frustró a comienzos del siglo, si bien las cosas venían haciéndose mal desde unos cuantos años antes. De todas formas creo, mirando hacia atrás, que la suerte estaba echada desde el comienzo.

          Con el único plan de no tener ningún plan, alrededor del 2000 se lanzo al pueblo a una frenética carrera de crecimiento, para hacer de él una gran ciudad con el objetivo nunca explicitado de  “ para – que – se – quería – ser – una – gran- ciudad?”,  y mucho menos de “el como”. El como en todo caso, seria como……como fuera saliendo. Fue así que lotearon hasta las macetas, tierras inundables, la punta del cerro, rocas en movimiento, en fin todo lo que un teodolito pudiera medir, cuantificar y se pudiese cotizar y pagar por caja en el municipio local.    Se  pavimentaron hasta las pocas macetas que se salvaron del loteo, pero claro, sin colocar los  desagües pluviales, total acá nunca llueve, dijeron.

          Al basural se lo trasladó infinidad de veces hasta que, al ser la única industria genuina y por presión de los linyeras que hoy son la principal fuerza laboral; se decidió que ocupara definitivamente todo el trazado municipal, como de hecho sucedía en la realidad y, con el pretexto de la recolección domiciliaria de residuos, se pretendía disimular con poco éxito.

          Toda esta compleja tarea aparentemente estuvo muy lejos de ser correspondida por la altura de esas gestiones, es más esto era de esperarse si consideramos que las maestras de las cabezas pensantes opinaron siempre que lamentablemente no habían sido de los más lúcidos de su clase, y ya saben todos el dicho antiquísimo y popular de no colocar el carro delante del caballo.

          El caso es que la falta de previsión mínima no les permitió ver lo que sucedió a continuación………. 




          Fue hacia fines del invierno de 2003, y aun se recuerda. Realmente la catástrofe comenzó subrepticiamente. El deshielo había sido muy importante. Al haber más pavimento el agua corrió más rápido sin escurrir salvo cuando encontraba sus cauces naturales, entonces ahí, el socavón era grande.

          Unos azulejos que se aflojaron y una pequeña grieta que asomó, un caño de agua que empezaba a perder o se rajaba imperceptiblemente convirtiendo la perdida en una mancha de humedad. Nada evidente, salvo un detalle, todas las casas que acusaban estos hechos se encontraban sobre tierras que se habían rellenado, especialmente en las zonas altas.  Otras, aun sin servicios, veían sus pozos ciegos crecer casi hasta el nivel del suelo.

          Sí, había más agua en EL Calafate y éste solo era el primer año que se hacía notar. Las casas cercanas a la costanera de la Bahía Redonda, y aun la pomposa y rellenada costanera, comenzaron a vivir ese romance que nada tendría de idílico y si de conflictivo, es decir la eterna discusión entre la mano mal puesta del hombre y la naturaleza, que como tal sólo tiene una forma de ser, es sólo como es.

          Fue ese año también en el que se consolidó la hegemonía de un único prestador de servicios lacustres en el área del parque nacional, al cual se le ampliaron sus facultades de explotación y se le redujeron los controles de calidad ambiental que debería haber cumplido.

          Como si fuera poco fue el año también de la campaña “Cada perro con su perra”.

          Tomándose conocimiento de que jaurías enteras se desplazaban tras una única perra, sin el menor recato, por el centro de la ciudad, lo cual no solo entorpecía el transito sino también daba una mala imagen, que al decir de unos turistas gallegos: “Oye, que follan como en Vigo estos canes”, hizo sentir vergüenza ajena a un concejal y lo motivó a presentar y lograr la promulgación de una ordenanza que autorizaba la importación de féminas caninas para el apareamiento concertado y programado según rezaba en la ordenanza de marras.

          A poco de andar sucedió lo esperado o mejor dicho lo inesperado, las parejas no funcionaban, algunas, por caracteres, como el dogo y la collie, otras por cuestiones más físicas, como el chihuahua y  la afgana, el caso es que no tenían gollete estos matrimonios a la fuerza y las consecuencias se vieron ahí nomás.

          Cada perro y cada perra salían a buscar libremente el amor de su vida tal como los humanos lo hacemos.  El resultado fue la invasión perruna de toda la ciudad, Andaban por ahí libremente, meaban y defecaban donde les venía en ganas, mordían a quienes los miraban mal, corrían a los perros que corrían autos, en fin, un verdadero desorden.

          A causa de ello se decidió poner coto a tal situación , y sin más y ante el operativo que pondría a todos estos revoltosos tras las rejas, se cursó desde el Municipio a la población el siguiente mensaje: “El que tenga perro que lo ate y el que no, no”

          Se comenzó así con esta nueva campaña que se denominó “Cada perro con su dueño”, destinada a contrarrestar los nocivos efectos de la anterior y especialmente de la libertad, aunque ésta solo fuese perruna.

              Pero, hagamos un poco de memoria, hace cuarenta y cuatro años atrás es bueno recordar que fue  un año de elecciones, algo apáticas, es verdad, no sabemos bien si por estar ya muy acostumbrados a la democracia los ciudadanos o quizás la poca motivación  originada por la falta de propuestas de los candidatos.

        El hecho que era, al parecer,  un menú variado en nombres pero homogéneo en proyectos, proyectos personales claro. Ante este desolador panorama y viendo que el queso estaba para cualquiera fue ahí que hizo su ingreso un personaje importante en esta historia: Jessica, de profesión alternadora según decía la libreta sanitaria, cuyo nombre real era Julia O. Sorio, que viendo lo que veía sin llegar a creerlo y  justificando su meteórico paso al campo de la política, comentaba a quien quisiera y no quisiera escuchar: “Si hasta ahora gobernaron mis hijos y así nos fue, yo puedo hacerlo mejor”.

           Y la crónica refleja que  se presentó por el F.V.S., Frente para la Victoria Solitaria, en  la corriente interna “Los Mismos de Siempre”, sublema este que contaba con la mayor cantidad de avales y de candidatos como era de esperarse y,  lanzada a la campaña,  en sus afiches insinuantes y escasos en ropas para la época del año, invitaba a votarla: “Julia O. Sorio- diPUTAda” donde di y da eran de menor tamaño y prometía como era de esperarse garantizar el paro y acabar con todos.

          Lo curioso fueron las deserciones que con el correr de los días se dieron en las filas de sus oponentes, algunos decían que fue producto de la extorsión que llevo a cabo Jessica, bajo amenazas de revelar medidas poco decorosas para un hombre, pasando por escapadas subrepticias desconocidas por las esposas y  hasta velocísimos y vergonzosos coitos a cargo de alguno de los otros candidatos, pero nada de esto se pudo probar.                                                  
              El caso que quedó sola y ganó.  
                                                                       
         Una anécdota recordada por entonces fue, cuando se encontraba en pleno festejo de su elección y ante la pregunta de un periodista local acerca de si no hubiera sido mejor candidata a intendente, ella sin inmutarse dijo: “Es que si me proponía a intendente el único slogan que se me había ocurrido era “Julia O. Sorio, intendente, y que se cague la gente, y era mucha verdad de golpe”. Desde entonces se la conoció como “la diputada sincera”, adjetivo que en los hechos no sirvió de mucho como veremos, para el futuro desarrollo de la historia.

            Pero volviendo al tema que nos ocupaba hemos de decir que el recupero de canes no fue lo exitoso que se quería, a decir verdad fue bastante malo, bueno, sincerándonos fue un desastre por tres motivos:

a)       Las ejecuciones sumarias y sin juicio de las pichichas traídas con engaños levanto protestas de las asociaciones protectoras de animales en distintas ciudades del mundo repercutiendo   negativamente en el ingreso de turistas provenientes de esos lugares.

b)       El Calafate fue sede de marchas y enfrentamientos entre los seguidores de los concejales y  los que se oponían a esta matanza, liderados por Fabio Posca y el Perro Santillán.

c)       La gran mayoría de perros insurgentes opto por convertirse en cimarrones atacando por igual ovejas y turistas a cualquier hora y en cualquier lugar.

       Concejales primero y diputados provinciales luego, debatían acerca del problema y sus posibles soluciones. Pero fue a O. Sorio, (en pareja con el ex cuñado del intendente, de apellido escocés y célebre por las hamburguesas), a quien se le ocurrió, luego de una noche de excesos regada de alcohol y polvos blancos,  la solución.

       Al día siguiente, mejor dicho, dos días después, se reunió con el intendente Néstor Pendex acercándole la brillante idea que enderezaría definitivamente la situación. Le en-can-tó. Y decididamente recurrió al Banco Santa Cruz, al BID, al FMI y a Antonini Wilson, y obtuvo los fondos necesarios para el fomento y radicación de una serie de establecimientos gastronómicos orientales.

       Santo remedio.

     Instalados ya, al poco tiempo y por las noches podía NO vérseles de a grupos  patrullando calles en busca de cánidos. En pocos meses lograron controlar esta plaga para beneplácito de las autoridades y de, turistas y locales, que poblaban y degustaban en sus restó de tenedores libres.

        Esto se consiguió apenas  poco tiempo antes de que El Magnánimo, El Supremo, El Gran Vecino; regresase a su terruño luego de la estrepitosa paliza democrática que sufriera en las urnas en 2011.

       Justo cuando parecía encaminarse indefinidamente a guiar los destinos de la Nación ”ad in eternum”, como hijo dilecto de la “Gran gran recontra reelección” a la que tanto él como su reina consorte habiánse opuesto en ocasión de una intentona caudillista, proveniente de Anillaco, que no pudo ser.

       Ya todos los argentinos habían probado las delicias de su trato, las bondades de sus palabras, la concordancia entre los hombres que había sabido generar y le dijeron sin dudar: “Andate a la……. de tu madre”, que por entonces residía en la localidad, y fiel al mandato de su pueblo fue entonces que se dirigió hacia aquí.

       Y aquí definitivamente se afincó entre nosotros el Generalísimo de las Pampas, Cordillera y Estepa Patagónica, el Protector del Litoral, Cataratas y el Mono Caaguazú, el Filántropo de la Filosofía Política, y el hincha de Racing más notorio del pueblo.

       No fue menor la llegada de su consorte, Guía Espiritual de las argentinAs y  los argentinOs, Reina Natural de la Soja, Gran Acomodadora de la Orden del Micrófono y Devota Universal de Vuitton.

       Volvían a un pueblito que conocieron en sus años de juventud, hoy convertido en una ciudad merced a los negocios, casinos y hoteles, modernidad y primer mundo, que habían sabido sembrar en sus años de gobernantes, no solo por su apego al lugar sino también como medio de potenciar sus propias inversiones y negociados.

       Claro, no llegaron con una mano atrás y otra adelante, sino con las dos adelante en clara señal de ofrecimiento. Y sí! Tanto habían ofrecido a su país! que un poco más aún, podían sacrificarse.



 

      Para ese entonces su fortuna personal se había consolidado, de ser unos meros ejecutores de la Circular 1050 en los ochenta, a una de las mayores del país. Esto lo declarado. Pues nunca se supo bien que pasó con esos cientos de millones de dólares de fines de siglo que recibieron por regalías mal liquidadas, ni tampoco nada acerca de su meteórico ascenso en la lista de Fortune.



       El tema es que plantaron bandera en una de sus muchas propiedades y por aquí los tuvimos. Y aguantaron como todos que las minas a cielo abierto que él autorizó contaminaran las aguas con cianuro, que solo pudieran llegar a El Calafate a través de la aerolínea Al Karajo pues la nacional nunca despegó, que ya no hubiera pesca en las costas y solo, y solo él, pudiese comer huevos de esturión. En fin, ni el petróleo, que se acabó unos años antes de su muerte y nunca volvió a ser nuestro, pudo minar su destino calafateño.

       Su desaparición estuvo rodeada de misterio y conjeturas. Algunos sostuvieron que se trató de un pacto suicida. Otros sostienen que los mató la indiferencia. Por mi parte creo que lo hicieron de viejiiitos nomás, pues en este país existe la sana costumbre de no rendir cuentas, practicar desde el poder el cantabolismo y morir de viejiiitos nomás.


       En reconocimiento a ellos fue que Néstor Pendex II Hijo, más un conjunto de notables obsecuentes, liderados por Ricardo Barrero y Lázaro Páez, decidieron erigir un monumento a la memoria de estos dos grandes vecinos y argentinos.

       Como siempre la obra terminada costó ocho veces más que lo presupuestado comprometiendo por los próximos treinta años los ingresos del municipio. Pero no importaba. Ahí estaba para gloria de locales y asombro de turistas que no podían creer que se hubiera gastado semejante dinero, en semejante estupidez. Pero ahí estaba incólume.

       Podía vérseles en el mausoleo, cada uno a su lado y tal como antiguos faraones fueron enterrados junto con sus sirvientes, a la derecha de él y con las manos cubiertas de cicatrices, su fiel criado Envido y a la izquierda el diligente Jaimito, a los pies besándoselos y embalsamado  Luís D´Ebia y a un costado y postrado en reverencia su esclavo moreno. A su lado impertérrita y muchísimo más conservada por el plástico, (lo que demuestra que la ciencia vence a la muerte), decía que impávida como siempre, se hallaba ella, flanqueada también por dos sirvientes (desconocidos para la mayoría pero muy conocidos en el Golden) embalsamados, como también lo estaba, arrodillado y apoyando respetuosamente sus bigotes en la planta de sus pies, Caníbal Hernández.

       Era una escena altamente expresiva y uno podía imaginar que fue así como llegaron en grupo al cielo. O al infierno. Quién sabe.

       Pero más allá y lejos de suponer esto como un gasto superfluo, en realidad lo fue de visionarios considerando que al poco tiempo se derritió el último cubito del glaciar y que la localidad hubiese entrado en una franca decadencia económica de no ser por la existencia de este Gran Mausoleo del Sur, que vino a suplir la falta de atractivos turísticos,  dándole un renovado impulso al turismo internacional.

       Lo que aún no queda en claro es, si los turistas nos visitan por el valor histórico e intrínseco de la citada obra, o sí, como sospechamos algunos, porque el mundo entero no puede creer que exista sobre la faz de la tierra un pueblo tan lleno de idiotas como el nuestro. 

Joan Diró


 


 
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